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Leopoldo Sánchez

Leopoldo Sánchez Ortiz. Cartagena (Murcia), 1948

El tener unos primos como los hermanos Ortiz, que ya se dedicaban a realizar historietas, hizo que a sus 14 años colaborara, como ayudante y aprendiz, con el cartagenero Gigarpe. Su primer trabajo es "La batalla de Clavijo", publicada, entre otras muchas que realizaría posteriormente, en "Batallas Célebres", revista de Ediciones Paulinas. También creó chistes para el diario La Verdad y páginas de la serie "El Caballero de la Cruz", que dibujaba Gigarpe para la Editorial Maga. Su trabajo se ceñía, casi exclusivamente, a la creación en lápiz, aunque también pasaría muchos trabajos a tinta. Mientras cursa sus estudios de Magisterio realiza viajes a Valencia al estudio que tenían Leopoldo y José Ortiz, Miguel Quesada, Luis Bermejo y Vicente Ramos. Aquí aprende todos los trucos del oficio y realiza su primer trabajo: un cuadernillo del oeste de unas veinte páginas.

La primera colaboración, ya mencionada, y otras historias, fueron publicadas en la colección "Atletas" de la Editorial Maga, así como páginas de tono cómico para la serie Reseso, de la misma editorial. Mientras realiza Bellas Artes, trabaja para diversas firmas como la agencia Bardon Art, que proporcionaba material a la Fleetway británica y la Thomson escocesa, haciendo historietas de temas románticos, bélicos, terror, etc. La mayor parte de estas historias vieron la luz, en España, en la revista "Dossier Negro" de IMDE y en las revistas de la Editorial Ferma. En esta época también colabora con la Editorial Aredit de Lyon (Francia) para la que realizó portadas y cuadernillos en solitario o en colaboración con su primo Leopoldo Ortiz. Eran historias de 200 o 300 páginas que solían adaptar novelas policíacas.

A partir de 1971, Leopoldo se dedica exclusivamente a la historieta, trabajando para todas las editoriales del momento, excepto para Bruguera. Colabora con la revista Trinca, de la Editorial Doncel, donde en la última etapa, antes de su cierre, publica una magnífica primera parte de la adaptación de "El Quijote", que posteriormente sería publicado en álbum. En 1974, a través de la agencia Toutain, trabaja, junto a otros muchos dibujantes españoles, con la estadounidense Warren Publishing, en su línea de revistas de terror, durante el corto boom de dibujantes españoles en los EEUU. Su trabajo meticuloso, detallista y agradable le lleva a obtener el Premio Warren al mejor ilustrador. En 1976 colabora en una publicación de humor de la época post-franquista llamada "Eh!", dirigida por Manel Ferrer, en la línea de la sátira propagada por El Papus. Posteriormente realizaría, junto a José Antonio Parrilla y Luis Vila, la "Historia de Cataluña" en cómic. Este trabajo fue vendido a la Caja de Ahorros de Cataluña y se componía de 3 tomos. Más tarde, vendería los originales de esta serie pero, curiosamente, sus compradores no fueron fans del autor sino "forofos" de la autonomía catalana. Leopoldo admite que este trabajo era muy aburrido y es posible que fuera la razón de que, posteriormente, creara la serie Bogey.

Antes de todo ello, en 1977, Leopoldo, empezó a realizar trabajos publicitarios, alternándolos con el cómic y, posteriormente, con las exposiciones pictóricas. Junto a José Antonio Parrilla, realizó la serie "La Familia Real", publicada en la revista "Diez Minutos", retocada por la propia editorial, ya que no se ajustaba a las medidas de la revista. Esto motivó que la obra fuera acabada de mala gana y de forma muy rápida, en perjuicio de la realización gráfica.

Bogey nació en 1979, como parte de una revista que se hubiera llamado "Crack", que aunaba otros personajes del género de la ciencia ficción. Como tantos otros proyectos, la empresa no vio la luz. Previo a la publicación del personaje por la casa Norma, Leopoldo editó un álbum del personaje que contenía las dos primeras historias de la serie. En 1982, toma las riendas de la Editorial Metropol, junto a Manfred Sommer, José Ortiz, Mariano Hispano y Paco Baena, editando las revistas "Metropol", "Mocambo" y "KO Cómics". La andadura de la editorial fue efímera, poco más de un año, debido a las bajas ventas en un mercado en crisis donde era casi imposible vivir del cómic.

Los últimos trabajos realizados por el autor fueron varios episodios de la serie "Diario de Arena" para Cimoc, que continuaría Bermejo, y otras historias independientes para la misma revista. Tras esto, cansado del complicado panorama editorial y de las rencillas existentes en este mundillo del cómic, deja la creación de historietas para dedicarse exclusivamente a la pintura.

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